Cuando escuchamos o
leemos noticias acerca de que los jóvenes de nuestro país no conocen nuestra
historia reciente, relacionada con el terrorismo, y que por eso son
susceptibles de ser presas fáciles del MOVADEF por ejemplo; me pregunto de
quién o de quiénes es la responsabilidad. Y, por supuesto, la respuesta recae
en cada uno de los “adultos”, desde los padres, la familia y el estado en todas
sus múltiples instancias.
Sin embargo, hoy
quisiera especificar una responsabilidad directa en virtud de un caso particular:
el sistema educativo. Mi hijo, con muchísima dedicación y gran empeño, ingresó
a la Universidad Mayor de San Marcos. Él es deportista porque desde pequeño nos
preocupamos por esta inclinación en la creencia (y seguridad) de que es una de
las mejores formas de ofrecerle una mejor calidad de vida y es así como él no
fuma ni es aficionado a las bebidas alcohólicas; su pasión es el deporte, en
este caso, el Taekwondo. Forma parte de la selección de esa disciplina en la
universidad y está muy orgulloso de representarla, todo su tiempo libre (y
mucho más) lo dedica a entrenar.
Hace unos días vino
entusiasmado porque, al fin, iba a representar a “la San Marcos” en una
competencia en la ciudad de Trujillo, con pasajes y viáticos pagados; al igual
que la vestimenta necesaria. Anoche, su entusiasmo inicial se había trastocado
en desencanto y frustración; debido a que las autoridades competentes le habían
informado sobre la suspensión de la participación en el certamen porque “el
deporte no es lo más importante” y que el presupuesto no alcanza. Me contó,
incluso, que los deportistas de la universidad, según consta en sus estatutos,
deberían contar con asesoramiento psicológico, nutricional (incluyendo una
alimentación especial brindada por la misma universidad), médico; entre otras
asistencias. Y que cuando represente a la universidad, deberían hospedarse en
hoteles con las facilidades para el entrenamiento deportivo, transporte en
buses cama. Sin embargo, ellos estaban dispuestos a viajar en buses comunes, hospedarse
en hostales con tal de representar a su institución y, sobre todo, de competir
que es el fin del entrenamiento al que se someten diariamente.
Esta “noticia” no
vende, no figurará en portadas ni noticieros o programas de los medios de
comunicación; pero quisiera creer que nosotros, la sociedad civil, quienes
queremos, de alguna forma, contribuir con cambiar la podredumbre moral de
nuestro país; quienes nos “horrorizamos” con lamentables y execrables casos
como el de Ruth Thalía; digo, ¿no podríamos influir en nuestras autoridades o
en quienes tuvieran el poder de devolverles la ilusión de estos jóvenes? En
este caso específico, ¿de la selección de Taekwondo de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos? Y en todos los casos en donde nuestros jóvenes desencantados,
tal vez, tomen caminos que luego atentan contra esta misma sociedad sorda y
muda. Y lo digo, porque si los únicos que les prestan oídos son aquellos que les dicen que el
“sistema capitalista” imperante es el responsable y que “la única forma” de
cambiar este estado de cosas es rebelándose contra esas autoridades corruptas y
autistas… y también digo, luego nos preguntamos, ¿por qué el MOVADEF tiene
tantos jóvenes adeptos? Bueno, pues, yo podría afirmar que esta es una de las
razones.
Si alguno de
ustedes puede ayudar a que, en este caso, un equipo de jóvenes deportistas
puedan seguir por el camino que una sociedad sana demanda y que se respeten los
presupuestos asignados, estoy segura, estará contribuyendo a fomentar la
confianza de los jóvenes en nosotros, la sociedad.
DORIS GUEVARA DE PRENDEL
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