En el 2012, cometí el error de creerle a una
persona su versión sobre un hecho sin escuchar la otra campana. Y tomé partido
siendo muy injusta con mi apreciación sobre lo sucedido.
Hoy, pasado un poco
más de un año, me he dado cuenta de mi error, lo admito. Y, humildemente, he
ofrecido personalmente mis disculpas a la otra persona
involucrada, y han sido aceptadas.
Ahora, lo hago públicamente porque lo considero
justo y necesario. Prejuzgué y critiqué a Jaime Chincha sin importarme su
versión de los hechos. Pero como la vida nos...