En el 2012, cometí el error de creerle a una
persona su versión sobre un hecho sin escuchar la otra campana. Y tomé partido
siendo muy injusta con mi apreciación sobre lo sucedido.
Hoy, pasado un poco más de un año, me he dado cuenta de mi error, lo admito. Y, humildemente, he ofrecido personalmente mis disculpas a la otra persona involucrada, y han sido aceptadas.
Ahora, lo hago públicamente porque lo considero justo y necesario. Prejuzgué y critiqué a Jaime Chincha sin importarme su versión de los hechos. Pero como la vida nos presenta oportunidades para darnos cuenta, corregir y enmendar nuestras equivocaciones; le he pedido a Jaime que perdone mi injusto proceder y él, manifestando su extrañeza ante mi comportamiento en aquella oportunidad, ha aceptado mis disculpas; lo cual muestra su nobleza y caballerosidad.
A los 67 años he aprendido la lección. Agradezco a Jaime su actitud y les aseguro que no volverá a suceder.
Hoy me siento mejor.
Hoy, pasado un poco más de un año, me he dado cuenta de mi error, lo admito. Y, humildemente, he ofrecido personalmente mis disculpas a la otra persona involucrada, y han sido aceptadas.
Ahora, lo hago públicamente porque lo considero justo y necesario. Prejuzgué y critiqué a Jaime Chincha sin importarme su versión de los hechos. Pero como la vida nos presenta oportunidades para darnos cuenta, corregir y enmendar nuestras equivocaciones; le he pedido a Jaime que perdone mi injusto proceder y él, manifestando su extrañeza ante mi comportamiento en aquella oportunidad, ha aceptado mis disculpas; lo cual muestra su nobleza y caballerosidad.
A los 67 años he aprendido la lección. Agradezco a Jaime su actitud y les aseguro que no volverá a suceder.
Hoy me siento mejor.
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